sábado, 12 de junio de 2010

Historia. Capitulo 1

Su respiracion estaba acelerada y sus manos le temblaban, poco, pero podía notarse. Escucho que alguien adentro dijo su nombre, seguido de un -pasá- Se mordió el labio y noto un sabor metalico, que la puso aun mas nerviosa. Exaló profundamente y volvió a tomar aire, agarró la manija con fuerza e increiblemente abrió la puerta. En ese momento, se produjo el fin del mundo. O minimamente del suyo, es decir no todos los días un mensajero de la muerte te toca la puerta para decirte que tienes "ciertos asuntos pendientes" Lo unico que vió fue una sala de espera, con 3 sillones y un mostrador. No había nadie. Se acercó al mostrador y toco la campanita. Una, dos, tres veces sin respuesta. Se arrimo por sobre el escritorio y miro para los dos lados. Nadie. Se volvió y descubrió un pasillo largo y oscuro. Cualquiera pensaria, oh vamos no entres, siempre que la protagonista entra pasa algo malo. Pero si alguien se lo pone a pensar, no puede quedarse esperando por siempre y tampoco podía huir, ya que la puerta por la que entró extrañamente había desaparecido. De fabula. Siguió por el pasillo nerviosa, pero con cautela. Vió una primera puerta, donde se detuvo. Por supuesto que la iba abrir. Era eso o seguir caminando en la oscuridad con un miedo abrasador. En efecto, la abrió. La cerró al instante, por la impresión y luego pensó en que podría ahogarse. La abrió de nuevo, esta vez muy despacito (aunque sabia que no serviría de nada, ya que la fuerza de semejante cantidad de agua, no iba atener en cuenta al obstaculo de la puerta o a ella misma) y miró. Se quedo mas boquiabierta que antes al poner mas atención. Un enorme columna de agua en suspención ocupaba la puerta. En ella había peces rosas, azules, naranjas y verdes nadando. Tambíen había plantas acuaticas de muy diversas texturas y colores. Y cada vez más lejos mas oscuro estaba, era como si el marco de la puerta fuera el sol de ese lugar, o lo que sea que fuera eso. Con la mano intentó tocar el agua, también tenía la curiosidad de si era salada o dulce. -No te lo sugiero- Escuchó una voz detras de ella -El edificio no soportaría todo el agua del oceano pacifico- Ah, entonces ese lugar era el océano Pacífico, que buen truco. Al tener mas en cuenta la presencia de su acompañante, se dio cuenta de que no era un mounstrito o una deformidad con patas. Era un persona con traje, un muy buen traje. O al menos eso creía eso. Tenia ojos negros azabache, al igual que el callo. Sus manos estaban en su espalda y medía el doble de su altura. -Sígueme- dijo, y en esas cicunstancias no era para desoverdeserlo ya que no había salida, exepto que quisieras nadar sin rumbo hasta la primera ilsa en medio del mar. Así que al final era agua salada, que curioso. Siguieron por el largo pasillo, pero esta vez el se avivó de prender la luz (por si se lo preguntan, sí, había interruptor) Hatsa que llegaron a una puerta, aunque esta no estaba a un costado, si no que daba termino al pasillo. El tocó y al cabo de medio segundo sin respuesta, según lo que creía ella, la abrió. Entraron en una sala grade y bien amueblada. Todo tenía un aire muy antiguo, y caro. No había plantas, ni tampoco una mascota villana. -Espera aquí- el hombre dijo y salio por la puerta. Ella se sentó en un de las grandes sillas de cuero en frente del gran escritorio y al lado de un gran bibliotecario. Wow, todo es tan "gran" Cuando su asombro se esfumo, puedo pensar mas claramente. Ella no estaba ahí para tomar el té, ni para juagr a las damas. Es más no sabia por que estaba ahí, lo que lo hacía peor, sobre todo por el hecho de que ahí era probablemente la oficina de un tipo malo, mafioso y oscuro. Sobre todo por el hecho de que no había ni una ventana. Oh perfecto, menos vías de escape. Mientras se fijaba si había algun ducto de ventilación, simpre por la dudas, se encontró con que la silla de enfrente ya estaba ocupada por otro tipo, aun mas aterrador que el anterior. Bien, ya tenemos al jefe de las ratas. No sabía si era alto, ya que estaba sentado, pero al parecer superaba al otro. Su cabellera era de un rojo tan vivo como acero hiviendo y su ojos le hacian juego. Si, hay que admitirlo era atractivo, pero de una forma tan aterradora que daban ganas de llorar. -Hola, Nail- Si, por supuesto que sabia mi nombre. Si me llamaron, obviamente me habían investigado, a no ser de que tuviera poderes mentales o algo así. -¿Que quiere?- -Oh, veo que vas al grano, bien perfecto, me saca bastantes molestias de encima- Toció un poco para aclararse la garganta, como un tipico politico dando un discurso. -Te cité aquí por un arreglo matrimonial con mi hijo- Lo último que recuerdo fue a ese tipo medio borroso. No es que me hayan dado con una picana, es más, creo que me desmayé, no por el hecho de que conociera a el hijo malo de un tipo malo que tenia un asistente malo, sino por el hecho de la palabra matrimonio. ¡Vamos solo tengo 17 años! Cuando desperte estaba acostada en un sillon de cuero negro, de eso que estan el los estudios de los psicologos para sus pacientes locos. Me sente lentamente, por las dudas que me volviera a marear. Cuando mi respiración volvió a ser normal, reflexione. Ese tal Sr. Rojo no había dicho mucho, pero con una palabra ya pudo hacer que me desmaye. Matrimonio. Naturalmente no era una broma de mal gusto, ya que no se hubiera tomado tantas molestias para eso y aparte se veia que era un tipo serio. Volví a ver si había alguna ventana, una puerta, el aujero de un ratón cualquier salida que me ayudara a escapar, la situación lo demandaba. Pero no había nada, al parecer para mi infortunio las puertas se materializaban cuando alguien quisiera, y yo no era ese alguien. Y tal como mecioné el Sr. Rojo ya andaba entrando por una puerta que de anda a saber donde apareció. Él llevaba un vaso con agua. -Oh veo que ya despertaste, que gusto. ¿Te sientes mejor?- Yo le respondi moviendo la cabeza. -Que bueno.- Mientras me hablaba iba acercandose caminando. Cuando llegó al sillón, no se sentó, si no que se quedo parado enfrente mío y comenzo a explicar. -Trata de no desmayarte de nuevo, causa muchas molestias- Yo lo mire con mala cara, el tenía la culpa de mi momento inconciente -Como iba diciendo, tú estas comprometida con mi hijo, Adrian.- Me faltaba un poco el aire, pero seguí en pie. -Tus padres, el 13 de junio de 1986, firmaron un contrato conmigo acordando con el compromiso- Mis padres hicieron un contrato con el diablo, involucrandome. A decir verdad los quiero, pero nunca fueron muy buenos padres. Siempre pense que me ocultaban algo, sobretodo cuando decian que habian heredado una herencia de una tia imaginaria y se iban a Hawai o a un cruzero por Las Bahamas. -¡No puedes hacer eso! ¡No me voy a casar y mucho menos con el hijo del diablo! ¡Esa es mi decición y no tuya, ni de mis padres!- Escupí la ultima palabra por la pura decepción que me aguardaba. -Estas muy equivocada, antes de que te incubaran, los unicos que podían firmar por vos eran ellos, lo que me da el poder sobre este contrato y por lo tanto sobre tí. Por otra parte no quiero que vos no estes de acuerdo con esto, ¿por que no piensas en lo que podrías ganar?- Claro, un acuerdo matrimonial siempre se trata de beneficios, no de amor. Era estupido plantearle la idea que primero necesitaba enamorarme, sobretodo ¿quien se enamoraría de su hijo, el chico rojo? Obviamente estaba en desacuerdo pero le seguí el juego. -¿Que beneficios?- -Verás, naturalmete tenemos todo una industria aquí. Nunca te tendría que faltar nada, ya que el negocio es prospero, digamos que siempre va a haber politicos corruptos y grandes estafadores, que caen en las llamas de infierno. Nunca tendrías que trabajar y tendrías el poder para hacer lo que quisieras, siempre y cuando yo y mi hijo (Basicamente él) estuvieramos de acuerdo.- Hice como que consideraba la idea y termine con un seco -No, ¿Donde esta la salidad?- -Lo siento, pero el no, no esta en mi vocabulario. Y ya que no podemos por las buenas, me olvide de decirte de que si no cumples el contrato, todas las generaciones por venir, incluyendo la tuya y la de tus padres, caeran al infierno.- Bien, eso cambiaba un poco las cosas. Pero en ese momento no podía pensar. ¿Él entendía lo que me estaba pidiendo? ¿Que me CASARA con el HIJO DE DIABLO? Ni soñando, pero tampoco me gustaba mucho la idea de pasar el resto de la eternidad aspirando humo. - Te daré hasta mañana a las 5 de la tarde para pensarlo. No te molestes en venir, Adrian te pasara a buscar por tu instituto. Y cuando te decidas de una vez por el sí, tienes que firmar tu tambíen el contrato para que no haya ningun cabo suelto.-
Me desperte en casa, no había nadie por supuesto, mis padres estaban diviertienose en Suiza con plata del Sr. Rojo. Eran las 7 y 20. Voy tarde, me dije a mi misma. Desayuné un biscocho y leche y sali para el colegio. Obviamente no iba a prestar atención a la clase de historia. Tenía que concentrarme en cosas mas importantes, como donde iba a pasar la eternidad. Me centré: No quería casarme, de eso estaba segura. Pero si no lo hacía, iría a mi infierno junto con mi familia. Y eso me agradaba menos. Tenía que buscar algo con lo que amenasarlo y extorcionarlo, pero vamos era el diablo, si queria me podía hipnotizar o matar en menos de lo que quería. Pero antes me pregunte, ¿Por que yo? ¿Por que este matrimonio beneficiaría al diablo o a su hijo? Necesitaba las respuestas esas preguntas. Pero para investigarlas necesitaba tiempo. Él necesitaba mi firma ahí. Si pasaba eso, todo estaría acabado. Antes de firmar ese contrato, tenía que buscar información. Cuando tocó la campana para el termino de clases ya tenía pensado que hacer y decir cuando hablara con el Sr. Rojo.

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