martes, 15 de junio de 2010

Historia. Capitulo 5

El día era soleado y perfecto. Yo llevaba un vestido claro con detalles de flores y unas sandalias con taco. Me había dejado el pelo suelto y lacio. No me había costado mucho elegir mi ropa ya que estaba guardando ese vestido para una ocasión especial. Cruzé la esquina y pude ver la punta del monumento entre los árboles. Ya estaba cerca, a media cuadra. Cuando llegué lo encontré esperando, con sus manos en los bolsillos y respaldado en la base de la estatua. Me lo quedé mirando por un segundo, contemplando, hasta que él cruzó su mirada con la mía y sonrió. Se adelantó hacia mi. Muy, muy cerca se paró e inclinó su cabeza. Yo me ruborisé. Me dió un beso en la mejilla, me agarró de la mano y me llevó a caminar. -¿A donde pensamos ir?- pregunté un poco ansiosa -A divertirnos- me respondió. Llegamos a un parque de diversiones. La verdad nunca supe muy bien si me gustaban ese tipo de cosas, pero me gustó la idea. - Waa, ¡que divertido!- me entusiasmé. -¿Alguna vez habías venido a uno?- me preguntó. -No, esta es mi primera vez- dije sinceramente. En otros casos hubiera dicho que ya había venido, que me encantaba y que me divertia mucho. Pero con él era diferente, no tenía que avergonsarme por "no tener infancia" como dirian muchos. -También la mía- dijo y entramos. Realmente creo que es imposible que haya algo más divertido que una montaña rusa. Cuando terminamos con la primera vuelta, quería subirme otra vez pero tenía verguenza de que a él no le agradara la idea. Al fin al cabo nos subimos 4 veces, y puedo asegurar que no por decisión propia. Hubieramos hecho un 5ta vuelta, pero el notó que yo ya estaba un poco mareada y me dijo -Tomemosnos un descanso- Y nos dirijimos a la rueda de la fortuna.
Cuando estuvimos ya sentados, yo mire por la ventana. El paisaje era hermoso, se podia ver el rio que daba limite a la ciudad, y creanme, eso estaba lejos. Los arboles bailaban al compas del viento y las hojas temblaban al sentir el frio. Algunas nubes se podian ver en el horizonte, aun un poco ocultas. Miedosas del sol. -Hace mucho tiempo existio un anillo,- comenzo a decir el -que adivinaba la fortuna de la gente en el amor. Como era perfectamente redondo lo llamaron rueda de la fortuna.- Termino, yo no preste mucha atencion a la historia hasta que el volvio a retomar. -Supongo que por eso la llamaron asi.- -¿En verdad existio?- pregunte. -Si, porque se que Draw, una de las tantas de las brujas que quiso robar ese anillo esta en el infierno. Ella me lo contó.- -Oh, ¿asi que hizo muchas cosas mal?- -En realidad es por que no queria ir al cielo, digamos que el blanco no le queda.- bromeo. Yo solte una leve risita. El curvó su sonrisa y luego me besó. Musica empezo a sonar, leves notas. Tocandolas suavemente, algo suave y divertido. Jugueton, triste de alegria. Como una nota aguda junto con un pulover arido. Muchas sensaciones, que con los anteriores no habia experimentado. Donde mi mente y mi corazon se empezaron a abrir a un sinfin de significados para ese momento, ese lugar, ese sentimiento. Volandome en mis pensamientos cai arriba de el. No me importo. En verdad fue mucho mas comodo estar en el piso que doblados sobre el asiento. Me di cuenta de que cuando el me abrazaba perdia cualquier contacto que tenia con las leyes de la fisica, tales como la gravedad. Me golpee la cabeza al instante de que los alambres se soltaron. Era oscuro y existia un dolor sordo cerca de mi oreja que hacia que deformara la cara por la angustia. Aun asi podia sentir que estaba comodamente sujetada por fuertes brazos. Pense que era de Adrian asi que me agarre aun mas fuerte de ellos. Cuando mi mente estuvo lo suficientemente clara y calamda como para abrir los ojos, me di cuenta de que Adrian no era el que me estaba cargando, sino un chico de pelo castaño y ojos color azul ultramar, profundos. El se dio cuenta de que yo ya estaba despierta y al mirarme me sonrió.
Preferí guardar las preguntas para cuando estuviera segura en tierra. Me quedé callada, mientras caiamos delicadamente sobre un arbol. Me acomode, respire un poco y empezé -Quien eres tu?- No me respondió en cambio, me tapó la boca con su mano y espero silenciosamente. Solo se sentía el ruido de las hojas, el canto de las cigarras y el aleteo de algunos pajaros, lo que me daba a entender que no tenia la menor idea de donde estaba. Cuando dejó libres mis labios para poder hablar, no me dio oportunidad ya que el ya estaba explicando. -Me llamo Oz , mucho gusto.- Y me tendió la mano, yo no se la dí, desconfiando. -Donde esta Adrian? Que paso? De do..?- -La rueda de la fortuna calló accidentalmente, cuando estaba pasando y ví que vos estabas callendo por el aire. Respecto al idiota que te acompañaba, no se que le paso, ni me interesa.- me dijo. -Como puedes llamarlo idiota? Ni siquiera lo conoces! Asi que llevame de regreso.- -Si lo conosco, soy su primo.- Bien, ahí aclaro la gran duda de porque tenia poderes sobrenatruales.- Tal vez debí expresarme más claramente. Soy el tercer hijo de Shinigami (muerte), sobrino de Ades, dios del infierno y de Rojo, por ende primo de Adrian.- -Aguarda, aguarda. ¿Ades no sería lo mismo que Rojo y Shinigami.- -Em, en realidad no.- Me dijo bajandome del arbol y empezando a camianr. -Como verás son tres hermanos, y no es que son lo mismo en diferentes culturas, es que el hombre de algunos lugares presencio la existencia de uno u otro y empezaron las leyendas, cuentos mitologicos y religiones. Rojo se encarga de la parte administrativa, el hace cuentas sobre la cantidad de ingresos y egresos del infienro en todos los sentidos. Ades se encarga de la parte judicial, si se puede llamar así. El decide quien entra o no en el infierno y la condena que le toca. Por otro lado, mi padre, Shinigami se encarga de llevar a los elegidos al infierno y de toda la parte transitoria.- Wow, nunca pensé que el infierno sería una estructura tan compleja. Realmente pensé que la magia o algo así hacía todo lo que acaba de nombrar Oz.- Osea que son una gran familia.- -Si, es cierto, igual tambien esta compuesta por brujas, demonios, dioses, trols y nifras. No es que todo lo mitológico que conoces sea verdad pero hay un gran parte que se acerca bastante a la realidad.- -Oh- me limite a decir. Nos quedamos en silencio por un largo rato, solo se sentían nuestros pasos sobre las hojas y el pasto. Me di cuenta de que el terreno no era muy concurrido ya que al camino (si se le puede llamar así) estaba interpuesto con varias raíces de los arboles. Ahí es cuando me alerté -A donde me llevas?- -Con Draw- Es lo ultimo que dijo antes de que pudiera divisar la casa de Draw. Después de un par de arboles más pude divisar una pequeña vivienda, hecha de madera ubicada en un gran circulo de tierra, donde no había nada vivo. Parecía no estar habitada hace varios años. Las ventanas estaban rotas y la puerta gastada, las paredes eran de color polvo, tan sucias como el techo, al cual le faltaba la mayoría de sus tejas. Oz cerró los ojos mientras daba un paso desde pasto hacia la tierra muerta, atravesando un columna de agua que se había formado alrededor de la casa. Él siguió caminando a pesar de mis llamados, al parecer no me escuchaba. Finalmente entró en la casa. Yo tenía pocas opciones, o huir o seguirlo. La primera me pareció muy tranquilizadora, lastima que no sabia donde estaba y eso no iba a resolver ninguna de mis dudas. Respire muy hondo y entré dentro de esa burbuja. Pensé que iba a mojarme o a sentir el agua, pero era como una ilusión, al igual que lo que estaba adentro. La choza en medio de la nada no existía más. En su lugar se encontraba una adorable casita llena de vida y armonía, donde había conejos y flores alimentándose del sol a su gozo, como si nunca este fuera a desaparecer. Atravesé el hermoso jardín delantero y crucé la puerta de entrada. Con un chirrido se abrió y me hice lugar entre las... cosas que allí había para poder pasar. Era como si me encontrara en una muestra de arte moderna y muy extraña. Había ojos que se abrían y se cerraban aunque no daban miedo solo un poco de incomodidad. Muchas pinturas llenas de colores y trajes de payasos cuidadosamente colocados en sus respectivos maniquíes, que por cierto también me miraban. En ese cuarto había 5 puertas en total, una por la cual acababa de entrar, otras tres en las paredes sobrantes y una igual en el techo. Decidí ir en la puerta que estaba en frente mío, la de adelante. Cuando entré en la segunda habitación, si se le podía llamar así, me di cuenta que era como un especie de armario muy muy diminuto. Lo único que había allí era un frasco de vidrio, que tenía adentro em.. algo  parecido a una salamandra de color turquesa. Trate de buscar una puerta pero solo había una, y no era por la cual había entrado. La puerta estaba bajo mis pies. Era roja con detalles en oro y estaba mucho más adornada que todas las otras. No me gustaba mucho la idea de seguir ese camino pero era eso o quedarme charlando con la salamandra y las arañas que después logre descubrir en mi cabeza. Puaj, arácnidos. Sin embargo abrir esa puerta  iba a ser todo una acrobacia por que no había suelo donde yo pudiera pararme para abrirla. Todo el piso de ese cuartucho era esa puerta. Agarré fuertemente la manija y tiré con toda mis fuerzas al mismo tiempo que daba un salto. Sí, no tienen que preguntar se abrió y hasta que me di cuenta ya estaba cayendo.

lunes, 14 de junio de 2010

Historia. Capitulo 4

-Estoy perdida- dije en voz baja, para mi misma. No me arrepientí de haber corrido tanto, por que gaste tanta energía que ya no tenía ganas de llorar, estaba seca. El problema es que estaba cansada, tenía hambre y también sueño y vuelvo a repetir: Estaba perdida. Traté de recordar en que lugares había doblado, pero todo era muy borroso. Bien. Sabía que estaba en W. Lonffer y Trichmell. Mi casa quedaba en Ruthod y Kinich y las avenidas que más conocía eran Wall, Flandor y Murinch. Algunos de esos nombres tenían que bastar para encotrar el camino dew vuelta. Pensé en lo primero que haría cualquier persona, pedir indicaciones. Desafortunadamente no había muchas personas caminando asi que tome la primera oportunidad que se me presento. Me arrepentí medio segundo después. Ni bien dije -Hola, disculpe.. ¿Sabe donde qued...?- Ya estaba en frente de un tipo con la cara de mafioso más convincente que vi en mi vida. Siempre pensé que no existía la suerte. Mi teoría decalló desde que conocí al Sr. Rojo. El macho me dijo con su voz gruesa y lastimada -¿Estas perdida, chica? Vení conmigo, yo te ayudo.- En ese momento me congelé. El hombre me estaba agarrando del brazo y tironeandome para que lo siguiera con una sonrisa que daba a la luz lo que me iba a hacer. Intente gritar, siempre pensé que las chicas tontas de las peliculas eran totalmente estupidas por no hacerlo y llorar, pero a mi tambien me pasaba eso. Era frustrante. No podía pensar, no podía hacer nada más que ser arrastrada por el malo. Indefensa y atrapada. La angustia me carcomia por dentro y las lagrimas empezaban a desbordar. No podía tragar, ni tampoco respirar. Cerré los ojos deseando que todo fuese un sueño, convenciendome a mi misma. De pronto sentí un empujón brusco y abrí los ojos. La mano imponente ya no lastimaba el brazo. Ahora estaba parada, llorando y pareciendo una imbecil, mientras Adrian estaba ganando la pelea. Sí, Adrian. Él estaba ahí para ayudarme, no me importa si la herida seguía abierta. Todo lo que quería hacer era tirarme en sus brazos sollozando y dejandole todo la remera humeda hasta que me sientiera segura entre sus brasos. Sí, como una tipica muñequita de telenovela, pero increíblemente, no me importaba. Cuando la pelea, si se le podía llamar así y no Demonio vs Humano, terminó él ya me estaba cargando en su espalda y llevandome a casa.
A la mañana siguiente me desperté. Obviamente Adrian estaba al lado mio, en mi cama. Esto fue un poco dificil de tragar. Sabia que no habíamos hecho nada, pero aún así, Él-estaba-durmiendo-en-mi-cama. Bien, tome aire bien profundo y me tranquilicé. Me moví, tratando de no despertarlo y me baje de la cama. Agarre un par de ropas y me fui al baño a vestirme. No vaya a ser que por Oh extraña casualidad ¡Oh te he visto en ropa interior! Me puse una musculosa y short. Lo primero que encontré. Me lavé la cara y me cepille los dientes. Al verme un poco más al espejo, me peine y puse presntable. Hasta pensé en la idea de maquillarme, pero iba a ser muy notorio y obviamente nunca me maquillo en entrecasa. Yo sabía que aún dolia, que el era mi prometido y que valía aclarar que era mi prometido demonio, pero tenía que admitirlo: Él, me volvia loca y hablo en el buen sentido. Cuando decidí que estaba lista, salí. Al entrar en mi habitación lo vi hechado en la misma posición de cuando dormía pero con los ojos abiertos. Realmente dude si en realidad el podía dormir. El sonrió. Eso pudo hacer que me derritiera por dentro, pero no iba a dejar que eso saliera hacia fuera. Me mantuve firme -Bien, ya despertaste..Em e, gracias por los de ayer, realmente estaba asustada. Supongo que ya se va haciendo tarde para el instituto así que...- Clave indicio de marchate. - Faltan 3 horas para que comienze el instituto.- Lo había olvidado, hoy era viernes, días tutoriales. Si sos lo suficientemente inteligente y atento como para no tener ninguna materia por debajo dle promedio de 7 te salvabas de ir a clases de apoyo. La escuela te obligaba sea cual sea la asignatura. Yo por supuesto tenía promedio 8, siempre. Él, bueno el era el jiho del diablo, ¡como si le importara! -Sí, pero yo antes tengo que ir a la biblioteca a buscar un par de libros para...- Trate de terminar el contraataque pero el ya estaba hablando. -¿Cuanto más vas a seguir poniendo excusas?- Se levantó de la cama. -Vamos, Nail. ¿Qué es lo que hago mal? Osea se que soy un demonio y si eso te afecta tanto no puedo hacer nada per..- -No es por eso.- Dije secamente y miré para otro lado. En realidad no estaba mintiendo, ya había superado lo de que el era El Srto. Rojo, osea era obvio que no podría ocultarme mis sentimientos más momentos antes de que me perdiera. El recapacito un segundo. -Oh..- Es todo lo que pudo decir. -Si, oh..- le cité. El se empezó a reir. Yo puse mala cara. -¿Qué te parece tan gracioso?- pregunté. - Nada es solo que eres muy mona cuando te pones celosa.- Es imposible que el magma pudiera superar lo ruborizada que estaba. -Sabes, yo no me comó solo comida humana. También necesito alimentarme de almas, digo soy un demonio. Y es lo que estaba haciendo con ella.- Me quedé estupefacta. ¿La mató? ¿Él la había matado? Al ver mi cara el entendió a la perfección lo que estaba pensando. -NONO!, no es lo que crees. Cuando vos te alimentas de un alma, no la haces desaparecer, si no que es más bien como una pila llena de nutrientes. Si vos le quitas toda la batería queda la pila y en este caso, ella la puede volver a regarcar. Obviamente por unos días va a comer el triple de lo normal.- Soltó una risita. -¿Y para eso tienes que desnudarte y besarla?- El abrió los ojos como platos. -No, eso fue, em, una equivocación. Ella entendió mal para que la había citado ahí.- Aunque no pareciera le creía. Cualquier chica que recibiera una nota de semejante perfección, deduciría que se le presnto un milagro, o mejor dicho el pinchazo del diablo. Me hice la ofendida, más allá de que me lo explicara me había dolido, y mucho. Él instantaneamente de abrazo por detrás y trató de voltearme. Yo cedí y lo besé. Mi orgullo no podía estar mas por el suelo, ya era imposible que estuviera más abajo de lo que estaba ahora. Fue otro de esos besos pasionales, pero este fue una mezcla de los dos anteriores y mejor. Mucho mejor. Lo agarré por la nuca y empecé a tener parte en la obra. El me alsó por la cintura y me subió al escritorio para estar a su misma altura. En ningún momento separamos nuestros labios. Ya que literalmente era imposible. Aunque estuvieramos lo suficientemente cerca el uno del otro y ya no hubiera más espacio fisicamente, no nos bastaba. Su besos eran salvajes, pero te respetaban y abastecían. Sus manos estaban perfectamente posicionadas alrededor de mi cintura. Fue cambiando y en ves de un lengua con lengua, bajaba más y más hasta que llegó al cuello. Me hacía cosquillas, pero eran puro placer. Estaba en la mejor parte cuando una voceita, muy muy muy pequeñita en medio de mi cabeza me dijo que parara. Creo que se llamaba consiencia. Había olvidado que existía. Ahora había tomado por completo mi mente. Cierto, teniamos que parar, aún no, no, no. Traté de empujarlo un poco hacia atras y abrirme espacio, pero era imposible, tanto por él como por mí. -Adrian..- Susurre -Para, basta..- Él no me hacía caso, lo que por un segundo agradecí, pero después me fuse firme. -Adrian.- Volví a repetir con un tono más severo. El paró y después de un segundo de volver a la realidad me bajo de la mesa.
Por suerte no había incomodidad, lo que pensé que pasaria. Siempre me imaginé que depués de este tipo de besos, quedaría hecha un tomate, pero no era así. Yo confiaba en él y él confiaba en mí. Los dos sabiamos que estabamos haciendo. -¿Vamos a desayunar?- Pregunté lo más campante. Fue totalmente irónico ya que hace menos de 5 minutos podría haber perdido mi virginidad, si es que aún la tenía. El respondió -Dale- como si nada y los dos bajamos a la cocina. Yo empecé a hacer tostadas y pusé el agua a calentar. -¿Café?- pregunté. Me sentí re adulta diciendo de tomar un bedida tal como el café, después de una escena presexual. Sobre todo porque yo acostumbraba a tomar leche con chocolate en mi taza de Winnie de Poo, mi preferida. Me senté a la mesa y después de unos sorbos hice mi primera pregunta. Tan fría y directa como me vino a la mente. -Adrian, dime, ¿Por qué me eligieron a mí para que sea tu prometida?- Es todo lo que necesitaba saber, si lo respondía y no había nada sadico en la respuesta, podría hacer la experiencia de estar con él durante 5 meses y medio (él tiempo que me quedaba antes de dar el si quiero o salir corriendo) y si todo iba fenomenal casarme. Esta idea retumbó un poco en mi cabeza. - A saber..- él respondío. Me quedé boquiabierta, ¿no me lo iba a contar? ¿Pibe, me estas cargando? ¿Se supone que me voy a casar con vos y lo que tenes para decir sobre la pregunta decisiva es "A saber.."? Él notó mi expresión, sonrió. Me derretí y él lo notó. -No te lo voy a decir, al menos que hagas 5 cosas.- -¿5 cosas?- -Yeap, 5 cosas que me encantaria que hagas por mí.- Lo pensé por un momento. Minimamente debía intentar, si no gustaba ya tendría otros metodos por cual averiguarlo. En ese momento no sabía cuales, pero ya se me ocurrirían. -Esta bien, vamos a ver que sucede.- le dije. -Perfecto.- dijo él con tono ganador. -Mañan a las 2 en la estatua Jeanne. Seguí todas las instrucciones que te voy a dejar.- Me guiño el ojo y me besó, pero cariñosamente. Después de eso, nos dirigímos hacia el instituto.

Una vieja polvareda que no pica, quemazón.









Historia. Capítulo 3

El cielo era rosa. Naranja, celeste, violeta, azul y rosa. El sol se estaba ocultando tras un par de árboles, pero aún así podía sentir su calidez. Me dejé llevar unos segundos por la paz que se sentía, el parque estaba vacío por lo que podía estar ahí el tiempo que quisiera. Este pensamiento me dio tanta tranquilidad que por un momento me olvidé de por lo que estaba allí. Por ese asunto urgente. Realmente no sabía muy bien que era ese asunto, pero tenía en claro que era un problema, o muchos. Además de el ya obvio hecho de que me tenía que ocupar de conseguir información sobre el ¿Por qué a mi? y el ¿Para que me necesitaban?, ahora surgía otro nuevo, Adrian. No era que no había supuesto ya que si nos casabamos o teniamos algún tipo de relación semejante obviamente nos hibamos a besar... y otras cosas (me alteré un poco al pensar en esto), pero no lo había pensado explicitamente y aparte nunca dedujé que pasaría tan pronto. Para colmo lo peor de todo era que él no era el problema. Era que ese beso, me había gustado. No era que estuviera completa y totalmente enarmorada de él, pero no parecía mal chico y era atento y gracioso. Aparte de todo era atractivo, realmente atractivo. Y cuando me besó fue un fuego que instantaneamente se empezó a extender por todo mi cuerpo. No era una quemazón disgustante, si no era más bien un estufa que corriera al frío y con una dosis de estimulantes. Pero yo no podía enamorarme de él. Él era el chico malo y yo era la víctima. En este contexto no había espacio para otros sentimientos. Esto también me puso a pensar en que sentía él honestmente hacia mí. Podría ser que solamente quisiera un poco de sexo, que solo siguiera las instruciones de su sádico padre o que talvez solo fue un broma de mal gusto. Cualquier cosa podría ser, y eso no implicaba que el tuviera sentimientos por mí, ni yo por él. Mi mente se quedo en silencio por unos instantes contemplando la ya casi noche hasta que una fueria asesina me invadió. ¡¿Por qué el había tenido que besarme?! ¡Esto solo confundía más la situación y me hacía más difícil centrarme en lo que era necesario hacer! Esto me llevó a odiarlo más, cosa que me molesto, porque aunque no lo quisiera admitir el odio significaba la existencia del amor. Lo detestaba. Y diciendo esto me fui para casa.
A la mañana siguiente, en la clase de cívica, decidí ignorarlo completamente y cuando él acató el mensaje hizo lo mismo conmigo. Cosa que me molestó aún más. Pasaron las horas hasta que llegó el almuerzo. Normalmente yo iba al comedor, pero eso implicaba verlo denuevo, así decidí ir para la terraza. Subí las escaleras y abrí la puerta de metal. Más allá de esta había una gran extensión de cemento. Baldosa, tras baldosa, tras baldosa, tras baldosa y así seguía la secuencia. me sente contra la pared, refugiandome del viento y abrí mi almuerzo. Estaba perfectamente hecho, ya que algo que me mantenía entretenida era cocinar y lo hacía desde los 8 años, si contamos la gelatina. Cuando termine de comerlo disfrute de la brisa que chocaba contra los arboles. El sol no era muy fuerte para ser mediodía y al poco rato me quedé dormida. Abrí un poco los ojos, supuse que ya me había pasado todas las clases de la tarde. Cuando me desperté del todo noté que Adrian me estaba mirando fijamente. No, es más, me tenía acorralada.
-Hola, Nail- me dijo- Veo que ya despertaste.- Yo me fui aún más contra la pared, solo por instinto -Oh, no te asustes, no te voy a hacer nada. Solo quiero que hablemos un poco.- Sus grandes ojos rojos me decían que eso no iba a ser así. - Dime, ¿Por qué me evitas?.- No respondí, la respuesta era tan obvia que omití palabras. El me miró mas concentrado aún. Yo le saqué la mirada. -Oh, ya veo... ¿Sera por esto?- Y me besó mas gentilmente que antes, con más delicadeza y sin forzarme a devolverselo. Me fui para atras impulsuvamente. Pero..¿Que te crees que estás haciendo?- Él no respondió, solo sonrió, como si hubiera ganado sin ni siquiera jugar. Yo me levanté enfadada y tensa, y salí caminando dando tumbos. Él me sujetó la mano, obligandome a quedarme. -¿Por qué no te gusto?- Me preguntó mirandome a los ojos. Nuestros rostros estaban demasiado cerca, lo que agitó mi corazon. -¿Es por lo que soy?- Aunque fue ínfimo, pude notar tristeza en su rostro, cosa que me ablandó. Yo corrí la mirada nuevamente y el torció mi cabeza hacia él, en signo de que no lo haga. No sabía que responder, me quede muda porque ni yo entendía que sentía. -Bien- dijo él y se alejo con mala cara.
Los días siguientes no me dirijió la palabra. Si cruzabamos las miradas, él la sacaba instantaneamente. No se percataba de mi existencia, era nada en su vida. Aunque no lo quiera admitir, eso me dolió, más de lo que había pensado. Llegó la clase de Literatura y me había olvidado el libro. Esto era un problema, lo tenía que pedir prestado. Estuve indecisa por un momento en si pedirselo a otra persona, pero si queriamos hacer como que nada sucedio ibamos a tener que actuar con indiferencia y él era mi compañero de al lado, no "otra persona". -Me olvidé el libro, ¿podemos compartir?- pregunté como si nada hubiera pasado. El dijo -Claro, tómalo, te lo presto.- Acto continuo: Me tiró el libro y le pregunto a su compañera de al lado si podía compartirlo con ella. Eso fue la gota que colmo el vaso. Me molesto tanto que aunque tuviera el libro, ni lo abrí aunque lo necesitara, por pura furia. Después de clases estaba guardando mis cosas cuando el profesor me llamó. Me pidió que vaya a la sala de profesores para dejar unas planillas. Cuando volví al salón para agarrar mis cosas, me quedé estupefacta. El pecho se me estrujó y las piernas me temblaron tanto, que podría haberme caido en el momento si no fuera porque me había convertido en piedra. Por la rendija de la puerta pude ver a Adrian. Estaba sin su camisa y tenía un cuerpo perfecto y cuidado. Su hermosura era demasiado para mí, pero no era eso por lo que el corazón se me estaba a punto de partir en mil pedazos. Estaba besandose con otra, su compañera de al lado, para ser exactos. Y para ser exactos besandose no era lo único que estaban haciendo. Me quedé por un minuto ahí, sin respirar, sin hacer ruido, ni siquiera el más mínimo, mientras ellos seguían con lo suyo. Quise ser uno de los pasajeros del Titanic y ahogarme en medio del Océano Atlantico. Quise ser unos de los perdidos escaladores del Everest y morir congelada. Quise arrancarme el corazón del pecho para sacarme ese dolor tan insoportable y tirarlo tan lejos que ni siquiera pudiera oir sus latidos. No pude más, salí corriendo mientras las lagrimas caían de mis mejillas sin parar. Quería detenerlas a toda costa, pero aunque las limpiara volvían a aparecer nuevas. Como si nunca se fueran a acabar. Como si toda el agua de las cataratas del Niagara corriera por mis ojos. Me sentí sucia y pegajosa por sudar tanto mientras corría y por tener todo la cara sucia. Había dejado mis cosas en el instituto, pero no me importaba. Me sentía defraudada y todo lo que antes de ocupar felicidad e inseguridad ocupaba vacío, ahora estaba lleno de dolor. El dolor mas punzante y mas doloroso. Cuando un herida emocional se volvía un dolor físico. Era tan estupida por llorar como una nena, que me avergonzé de mi misma, por aparentar ser tan debil, ser una mujer debil. Seguí corriendo hasta que las piernas no me dieron para más. Eso tardó un par de horas, ya que el dolor extrañamente me daba energías para huir.

domingo, 13 de junio de 2010